El primer día de vacaciones paramos una noche en Cuenca y así no se nos hacia tan pesado el viaje y conocíamos otra ciudad.
Casualidad la tarde anterior había habido una tormenta de verano que había provocado unas pequeñas inundaciones y encontramos la ciudad un poco sucia por el barro, a parte pasamos hasta frío.
Lo único que había oído de Cuenca eran las Casas Colgadas, allá que nos fuimos a verlas, pero vamos no me parecieron nada espectaculares.
Vimos también la catedral que la comparan con la de Notre Dame de París, me llamo más la atención.
Y poco más, nos dedicamos a probar cosas típicas de Cuenca como el Zarajo, preparado a base de intestinos de cordero lechal que se enrollan en una especie de palo y se asan. Estaba fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario